Santo Domingo, República Dominicana.– “En las grandes crisis se presentan también las grandes oportunidades”.

Con esta reflexión recuerda don Román Ramos Uría el contexto político y económico en el que tuvo que echar para adelante la pequeña tienda La Sirena, en la avenida Mella.

Se refiere a los días posteriores al final de la Revolución de Abril de 1965. Difícil, pero no imposible. Demostrado.

La administración moderna, la gestión de negocios de hoy y la existencia de Grupo Ramos como la empresa líder en ventas al detalle en el país evidencian a don Román como un visionario, innovador y optimista, que creía en sí mismo, que tomaba riesgos y que tenía la firme decisión de enfrentar los retos y sus consecuencias.

A pesar de las adversidades, transformó un negocio pequeño y convencional en una gran empresa, cuyo sello distintivo es la innovación, y que por muchos años se ha mantenido en la preferencia de la población.

Y para muestra un botón: La Sirena fue la primera tienda en instaurar el horario corrido que, para la época, fue casi una afrenta. Don Román trazó la pauta que se verían en la necesidad de seguir los demás comercios.

Podríamos hablar de los aciertos de don Román por mucho, pero preferimos enfocarnos en dos elementos que son constantes en esta historia de éxito.

El primero: una tradición, una herencia, un ejemplo de trabajo. Lo trajo en el ADN don Román Ramos Uría cuando con apenas 17 años llegó a República Dominicana desde Pola de Allande, en Asturias, España.

Segundo, y muy vinculado al primero: La participación de la familia en todas las etapas de la historia, desde por allá, tan lejos como 1845, cuando los familiares de don Román fundaron El Comercio del Redondo, que aun hoy sigue operando y que había sido administrado por la familia Ramos Uría hasta hace poco.

Trabajo tesonero y constante, así como familia integrada constituyen la mayor fortaleza para que, sumado a su osada y optimista visión de negocio, don Román haya posicionado a La Sirena como la más importante tienda por departamentos por muchos años y que su relevo familiar haya liderado la gran transformación que representó asumir el nuevo formato de grandes superficies, que inició con el primer Multicentro, ubicado en la avenida Winston Churchill de la capital dominicana. Un hito.

La historia está bien documentada en el libro “El origen lejano de una historia cercana” que gentilmente me enviaron mi gente de Grupo Ramos.

Muy acertada la iniciativa de este documento, que expone no solo el aporte en términos de valores éticos, morales y familiares, sino además al desarrollo económico y social del país a través del impacto directo en el bienestar de las comunidades con sus acciones de Responsabilidad Social y la generación de empleos, por citar solo algunos.

Reconocer el trabajo de don Román, y en él a todos aquellos que sumaron y siguen sumando en la construcción de esta hermosa historia de éxito empresarial es hacer justicia.

«El origen lejano de una historia cercana» visibiliza también la labor tesonera, la entrega y el compromiso de los colaboradores que por décadas han estado al lado de la familia Ramos en el camino recorrido.

Los pocos que iniciaron, los que se fueron integrando al correr de los años y los que en la actualidad aportan su grano de arena para que lo que conocemos como Grupo Ramos siga innovando, creciendo y consolidándose.

Pero lo más importante, y creo que no me equivoco al afirmarlo, es el sentido de pertenencia con el que que esos colaboradores se vinculan a la empresa, quizás por el ambiente tan familiar con el que se forjó y que ha prevalecido en el largo proceso de transformación que ha experimentado.


ESTA HISTORIA DE VIDA DE DON ROMÁN DEBE SER ORGULLO PARA LA FAMILIA RAMOS, Y PARA LAS FAMILIAS QUE LE ACOMPAÑARON; EJEMPLO PARA LAS NUEVAS GENERACIONES Y UN GRAN RETO, COMPROMISO Y RESPONSABILIDAD PARA QUIENES TIENEN LA OPORTUNIDAD DE CALZARSE SUS ZAPATOS.


Y como no se puede desaprovechar ni la oportunidad ni el espacio, compartimos aquí algunas claves de éxito de don Román plasmadas en el libro:

En los negocios y en la vida hay que esperar que la fruta madure antes de tomarla.

Si un negocio marcha bien no se deben hacer grandes transformaciones, pero siempre se debe innovar.

Hay que tener fe en Dios y en las ejecutorias propias, manteniendo los pies sobre la tierra.

Se debe trabajar con el mismo ahínco, sea uno empleado o propietario.

En la venta al detalle, la rotación de inventarios es clave para poder mantener un buen flujo de caja.

Es inevitable que nos copien las ideas, pero siempre debe ser uno el que marque la pauta.

La fidelidad de los clientes se obtiene por la combinación de tres factores: buen servicio, precios bajos y amplio surtido.

Cuando el trabajo se hace con pasión, no causa sufrimiento, sino placer y disfrute.

Los buenos equipos se forman seleccionando a la persona idónea para cada puesto.

Los puestos no se regalan, se ganan.

La satisfacción del empleado es fundamental para su buen rendimiento.

La armonía familiar es la clave para que los negocios y el trabajo marchen bien.

Cuando un modelo de negocios se ha aplicado con éxito en un mercado, es fácil replicarlo en otro similar.

El comprador debe estar siempre explorando, para poder encontrar y ofrecer al cliente,  productos diferentes y novedosos.

Valemos lo que valen nuestras decisiones.

A la hora de abrir sucursales en nuevos mercados geográficos, conviene asociarse con personas que conozcan esos mercados.