Santo Domingo, República Dominicana.- La exposición constante a contextos de alta demanda emocional, la presión por la inmediatez y el imperativo de estar disponibles las 24 horas hacen del periodismo una de las profesiones más vulnerables al síndrome de burnout o síndrome de desgaste profesional.

Así lo destaca el psicólogo y terapeuta familiar Fausto Rodríguez, al señalar que diversos estudios ubican a los trabajadores de los medios entre los profesionales más propensos a desarrollar agotamiento emocional crónico, con consecuencias directas tanto en su salud mental como en la calidad del contenido informativo.

Efectivamente, una encuesta publicada por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) por sus siglas en inglés revela que un 38 por ciento de periodistas fue afectado por el síndrome del burnout o desgaste laboral durante la pandemia de Covid-19.

Asimismo, el reciente estudio “The Burnout Crisis in Journalism”, del Reynolds Journalism Institute de la Universidad de Missouri, realizado en 2024, destaca que factores como amenazas o riesgos, acoso, carga laboral y dilemas éticos, entre otros, contribuyen al burnout en periodistas estadounidenses.

Imagen de Fajrul Falah en Pixabay.

De acuerdo a Rodríguez, quien ha trabajado en procesos terapéuticos con profesionales de diferentes medios en situaciones de desgaste extremo, este síndrome es una respuesta emocional, física y mental crónica al estrés laboral prolongado, tal como lo reconoce la OMS en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), bajo el código QD85.

“En periodistas, se puede ver manifestado comúnmente como una sensación persistente de cansancio extremo, despersonalización (desconexión emocional del trabajo o de las personas entrevistadas), y una marcada disminución del sentido de eficacia profesional. Otros síntomas incluyen irritabilidad, dificultad para concentrarse, insomnio, y síntomas físicos como dolores de cabeza o malestares gastrointestinales”, afirma.

La naturaleza del periodismo implica una exposición crónica a eventos de carga emocional elevada, lo cual se relaciona con el concepto de “fatiga por compasión” o compassion fatigue, ampliamente estudiado en contextos de ayuda como la medicina o la psicología, pero cada vez más presente en profesiones como el periodismo de guerra, policial o social, sostiene el profesional de la conducta.

“El periodista deja de procesar emocionalmente lo que vive: se anestesia afectivamente. Esta forma de disociación emocional, si bien adaptativa en el corto plazo, se vuelve patológica cuando impide una reconexión con el propio mundo emocional”, explica.

Rodríguez identifica los plazos de entrega extremadamente ajustados, la alta presión por generar primicias, la exposición constante a situaciones emocionalmente intensas o peligrosas, la precariedad laboral, y la necesidad de estar en constante alerta, como particularidades del entorno periodístico que lo hacen vulnerable al burnout.  “Además, la competencia feroz y la velocidad de la información en la era digital intensifican el estrés”, confirma.

Fausto Rodríguez, psicólogo y terapeuta familiar.

“El periodista ya no solo informa: también debe estar visible, disponible, optimizado. Esta hipervigilancia genera una sobreactivación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal, con un sostenido incremento de cortisol, que a largo plazo afecta funciones ejecutivas, memoria de trabajo y regulación emocional”, dice, al analizar este fenómeno desde una perspectiva clínica y humana.


Aunque los síntomas son similares, el contexto modifica su intensidad y forma: los periodistas de televisión suelen estar expuestos a una presión estética y de imagen, además de la presión de tiempo real; los de prensa escrita pueden vivir un desgaste por las largas jornadas de redacción e investigación; mientras, en medios digitales, la hiperconectividad y la inmediatez crean un entorno donde el descanso es casi inexistente y en radio, la necesidad de mantener un tono emocional constante puede agotar psicológicamente, explica.


Recientes estudios en neurociencia aplicada al trabajo han demostrado que la atención dividida y el multitasking constante deterioran la memoria de trabajo y favorecen síntomas depresivos, refiere Rodríguez, señalando además que hoy la cultura “siempre disponible” y la hiperconectividad, son de los factores más nocivos y que favorecen el desarrollo del burnout en periodistas.

Imagen de Mike Ramírez Mx en Pixabay.

“El periodista que nunca “desconecta” vive en un estado de activación constante, lo que impide al cerebro y al cuerpo entrar en fases de recuperación llevándolo a alimentar la ansiedad y deteriora profundamente el equilibrio emocional. El periodista internaliza la urgencia como modo de vida, y esto impacta directamente en la neuroplasticidad del cerebro: se vuelve más reactivo, menos reflexivo. En términos clínicos, esto genera un estado de hiperactivación autonómica crónica”.

Este estado atenta contra la calidad del ejercicio profesional y la vida personal del periodista, ya que pierde la creatividad, la capacidad crítica y la sensibilidad frente a los hechos.

“A nivel personal, impacta las relaciones familiares y sociales, genera aislamiento, y puede llevar a cuadros de ansiedad o depresión. El periodista deja de disfrutar su labor, y esto afecta directamente su identidad y sentido de propósito, generando un fenómeno conocido como crisis vocacional secundaria”.

Para identificar cuándo un periodista podría estar siendo afectado por el burnout, Fausto Rodríguez recomienda estar alertas a señales como dificultad para desconectarse del trabajo, irritabilidad constante, cinismo, pérdida de motivación, insomnio, y somatizaciones frecuentes.

“También son señales el descuido de la vida personal y una sensación de que “nada es suficiente” o que “todo lo que hago está mal” pensamientos intrusivos sobre la incapacidad de “estar a la altura”, disminución de la productividad, sentimientos de culpa desproporcionados. Estas señales indican un desbordamiento de los recursos adaptativos del individuo”.

Para prevenir o apoyar a los afectados, Rodríguez les recomienda establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal, practicar el autocuidado (descanso, alimentación, actividad física) y buscar espacios regulares para desconectarse de la rutina informativa.

“El desarrollo de una red de apoyo emocional, la terapia psicológica y la práctica de técnicas de regulación emocional como la meditación o la escritura reflexiva también son de gran ayuda y ha mostrado reducción del estrés percibido y el aumento de la resiliencia”, dice.

Imagen de Haynie C. en Pixabay.

Afirma que el apoyo social y profesional juegan un papel crucial para superar el burnout, explicando que el acompañamiento emocional, ya sea de colegas, familia o terapeutas, actúa como contención y permite al periodista recuperar la confianza, el sentido de comunidad y la conexión consigo mismo. El apoyo profesional ayuda a identificar patrones dañinos, resignificar la experiencia y construir estrategias sostenibles de afrontamiento.

“En el plano terapéutico, se trabaja en la reconstrucción narrativa del sentido, el restablecimiento del vínculo con la identidad profesional y la reestructuración de hábitos. La psicoterapia individual, así como los grupos de apoyo temáticos, son recursos altamente eficaces”, comenta Rodríguez, quien enfatiza en recordar a quienes están atravesando por este proceso, que no están solos y que el agotamiento no es un fracaso personal, sino la expresión humana de un sistema que exige más de lo que da.

“Reconocer el límite no es una señal de debilidad, sino un acto de valentía y amor propio. Es importante pedir ayuda, hablar de lo que sienten, y permitirse descansar. Su bienestar es tan importante como la noticia que están contando. Solo cuidándose podrán seguir ejerciendo con pasión y ética esta profesión tan necesaria para la sociedad, Cuidarse no es desertar del oficio, es hacerlo sostenible”, concluye.