New Jersey, EEUU.- Mis años de juventud estuvieron llenos de conversaciones sobre política. Desde las acaloradas discusiones en la mesa familiar durante esos almuerzos de domingo, hasta los fuertes pero siempre amigables debates con compañeros de la universidad y luego con colegas periodistas en el periódico Hoy o en El Caribe, en Santo Domingo.

La verdad es que a las personas nos encanta hablar de deportes y de política, analizar los pros y contras de tal o cual medida y criticar las cosas con las que no estamos de acuerdo.

En un estado de derecho estas maneras de expresarse están garantizadas gracias al balance de poderes. El Poder Ejecutivo entiende que tanto el Congreso como el Poder Judicial constituyen las columnas paralelas de su autoridad.

La prensa es considerada el Cuarto Poder. Tiene la misión de ser la  contraparte del aparato de gobierno. La prensa investiga, presenta los diferentes puntos de vista y se convierte en el canal por el que las personas tienen acceso a la información y adquieren un entendimiento más claro de cuáles intereses se juegan en las decisiones gubernamentales. El papel de la prensa es crucial para mantener a raya a los que gobiernan y devolver el poder a las personas al darles acceso a la verdad.

Cuando un estado de derecho empieza a desmoronarse los primeros signos apuntan al intento del Ejecutivo de debilitar las otras columnas del gobierno. Se desestiman las decisiones judiciales, se corrompe al congreso, se censura a la prensa.


Poco a poco, las instancias llamadas a pasar balance al ejecutivo van quedando atadas de manos y pies, el siguiente paso es amordazar las voces académicas. A través del tiempo ellas han sido las inspiradoras de los más importantes movimientos transformadores de la historia. Si se limita la libertad de expresión en las academias, se cercena la posibilidad de una nueva generación educada, pensante, crítica y abierta al cambio. Censurar libros, atacar a los maestros, todas son tácticas para cerrar el acceso de los jóvenes al libre pensamiento y a la crítica de lo establecido.


Mucho se ha estudiado y debatido sobre la llegada al poder y caída de muchos dictadores e imperios. Franco, Mussolini, Pinochet, Trujillo, Batista, Castro. La lista es larga y va de una a la otra esquina de la ideologías políticas.

Pero todos tienen en común el sistemático ataque a las instituciones que mantienen en balance al poder absoluto.

Ahora, ¿cuáles son los acontecimientos actuales en los Estados Unidos?

  • Amenaza a la libertad de expresión en las universidades y el retiro de sus fondos económicos.
  • Presión a los jueces quienes son los intérpretes de la ley, para que decidan en sus casos a favor del gobierno o correr el riesgo de ser destituidos.
  • Chantaje a las firmas de abogados para que no tomen casos que afecten los intereses del gobierno.
  • Censura a los periodistas que cuestionan las medidas tomadas por el Ejecutivo.
  • Ataque verbal a países aliados y amenaza de tomar control de territorios independientes.

Cuando estudiábamos en la escuela aprendimos a identificar a los dictadores estudiándolos en los libros de historia. Hablamos sobre ellos en nuestras conversaciones familiares y con amigos. Algunos conocidos nuestros hasta sufrieron directamente a causa de las dictaduras.

Si consideramos que el estudio en los libros de los acontecimientos históricos y el conocimiento que nos transmite la experiencia colectiva de nuestros pueblos son las herramientas que nos permiten entender los hechos y eventos del tiempo presente, ¿a que conclusión podemos llegar sobre el la estabilidad del estado de derecho y nuestra democracia?