Estambul, Turquía.- Sin duda, caminar por las calles de Estambul es caminar sobre el pasado. Está llena de historia, confluencia de muchas culturas.
Por ejemplo, en una visita a esta ciudad no puede faltar conocer el museo Santa Sofía, que fue sede de la Iglesia Ortodoxa durante el Imperio Bizantino y posteriormente convertida en mezquita durante el Imperio Otomano.
Frente a Santa Sofía, fue construida la Mezquita del Sultán Ahmed o Mezquita Azul, debido al color de los azulejos con los que su interior está revestido.
Cerca de estas mezquitas se encuentra el Palacio Topkapi, sede de los diferentes gobernantes del Imperio Otomano. Presenta una colección de los utensilios de cocina y vajillas, trajes de armería, las habitaciones del sultán y su harén, así como los salones oficiales y jardines.
Además, se puede visitar la Cisterna de la Basílica, la más grande que se construyó en el periodo del Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino. Estambul cuenta, asimismo, con museos en los que se muestran objetos de antiguas civilizaciones; el principal y más grande es el Museo Arqueológico donde se exhiben columnas, sarcófagos (entre las que se encuentra la de Alejandro Magno), tumbas y diversos artículos de las antiguas Grecia, Roma y Asia.
Un vista a Estambul no será completa sin un paseo por sus bazares. Los más famosos son el Gran Bazar y el Mercado de las Especias.
También es relajante contemplar una puesta de sol en las orillas del Estrecho del Bósforo, frente al Puente Galatas, en donde se conjugan un sol que se despide con el volar vivaz de las aves que persiguen su presa en las aguas tranquilas del canal y la imagen pintoresca de los pescadores en su labor, con varias mezquitas que le sirven de fondo. Luego, se puede disfrutar de una cena con música en vivo en uno de los restaurantes con terrazas con vista al Bósforo, situados en la calle debajo del Puente Galatas.
Y algo que no debe perderse ningún turista en Turquía es uno de sus famosos ‘baños turcos’. Estos consisten en un baño a vapor mientras se está recostado sobre una piedra caliente. Sirve para limpiar el cuerpo y la relajación.
Metrópolis en dos continentes
La hermosa ciudad de Estambul tiene una ubicación geográfica particular : es la única metrópolis en el mundo localizada en dos continentes, Europa y Asia, dividida por el Estrecho del Bósforo, que a su vez desemboca en el mar de Mármara. Este es un mar interior de Turquía que une las aguas del mar Negro con el Mediterráneo. Tal posición la hizo el lugar perfecto para el auge, caída y resurgimiento de imperios.
Según refieren los historiadores, la hoy Estambul, fue fundada con el nombre de Bizancio por un grupo de griegos aproximadamente en el año 660 a. C. en la parte europea del Estrecho. Sufrió varias ocupaciones y destrucciones en distintos periodos por parte de los persas, atenienses, espartanos, celtas, macedonios y romanos.
Como establece la Enciclopedia Británica, en 129 a.C. pasó a ser una provincia de la República Romana, luego de que el Rey Atalo III de Pérgamo, quien no tenía ningún heredero, heredó todos sus dominios en Asia Menor a los romanos, versión que no comparte el historiador Donald L. Wasson, quien argumenta que esto se debió a que tuvo lugar una rendición sin resistencia.
La diferencia en ambas partes de la ciudad es visible: la asiática es más tranquila y verde en comparación con la europea. En contraste, la parte europea conserva el centro histórico de la ciudad y la mayor actividad económica y comercial.
Si bien Estambul no es la capital turca, sino Ankara, sí es la más poblada, con el 18% de la población total de Turquía, seguida por Ankara con el 6%, según cálculos hechos por quien suscribe, con datos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Sus 14.7 millones de habitantes forman un crisol de las culturas que dejaron los antiguos imperios.
Por su inmenso legado histórico y cultural, fue reconocida por la UNESCO como un Patrimonio de la Humanidad en 1985. De acuerdo con esta organización, Estambul posee un extraordinario valor universal por su integración de la arquitectura bizantina y otomana a lo largo de varios siglos.
El territorio que hoy ocupa Estambul ha sido sucesivamente la sede de tres imperios: Imperio Romano, Imperio Bizantino o Imperio Romano de Oriente e Imperio Turco-Otomano.
Nueva Roma, capital del Imperio Romano
Debido a que Roma vivía en constante amenaza de ser invadida por germanos y para alejarse de las rivalidades que tenían lugar en el seno de la clase de poder en Roma, en el año 330, explica el historiador Thomas James Russell en el libro Byzantium and the Bosporus: A Historical Study, el emperador Romano Constantino I desplazó el centro del Imperio Romano y fundó una nueva capital en Bizancio que bautizó con el nombre de Nueva Roma.
En efecto, durante este periodo se quiso replicar la Roma: Constantinopolis o la ciudad de Constantino fue fundada sobre siete colinas, similar a Roma; aún se pueden visitar las ruinas de los acueductos y cisternas romanos; en el museo arqueológico se observar las columnas distintivas de la arquitectura romana; el Hipódromo de Constantinopla fue el centro deportivo y social de Constantinopla similar a la función que tenía el Coliseo romano.
Constantinopla, capital del Imperio Bizantino o Imperio Romano de Oriente
Constantino fue el primer emperador romano en adoptar la religión cristiana lo cual, sumado a que la nueva capital del imperio había sido trasladada, dio origen a un amplio descontento entre los romanos. Por ello, en el año 395 d.C. el emperador Teodosio dividió el Imperio Romano en dos: Oriente y Occidente. Constantino, gobernaría parte Oriental. Así surge el Imperio Bizantino o Imperio Romano de Oriente.
En el año 476, Roma fue invadida, saqueada y destruida por un ejército de bárbaros germanos. Junto con la caída de Roma, cayó el Imperio Romano de Occidente. En tanto que la parte oriental prosperó gracias a la ubicación estratégica que servía de enlace comercial entre Occidente y Oriente. Este imperio duraría casi mil años.
Estambul, capital del Imperio Turco-Otomano
Bajo el mando del sultán Mohamet II, Constantinopla es conquistada por el imperio Turco-Otomano en el año 1453 y convertida en la capital del Imperio con el nombre de Estambul. Aunque se respetaron otras religiones que encontraron en la ciudad, el catolicismo, que había sido la religión imperial, fue sustituido por la religión islámica. No se destruyeron las iglesias sino que estas fueron transformadas en mezquitas. Ejemplo de ello es Santa Sofía, hoy en día convertida en museo, en la que se puede apreciar que los frescos cristianos que adornaban sus paredes fueron cubiertos cuando fue convertida de catedral a mezquita.
El imperio Turco-Otomano vio su fin con el advenimiento de la Primera Guerra Mundial. Este imperio que ya venía desintegrándose, se unió a la Triple Alianza con Alemania y el Imperio Austrohúngaro, que como es sabido, fue derrotada.
En 1920, el Imperio firmó el Tratado de Sèvres (Francia), un tratado de paz en el que se impuso el desmembramiento del Imperio Turco-Otomano. Un grupo de nacionales liderado por Mustafá Kemal Atatür libró la Guerra de Independencia Turca. En el año 1923 se firma el Acuerdo de Lausana (Suiza) en el cual se reconoce la República de Turquía y se establecen sus límites territoriales. Atatür se convierte en el primer presidente de la recién fundada nación y la ciudad de Ankara fue designada como la capital, a fin de disminuir tensión por posibles conflictos.
Definitivamente, hay mucho qué conocer de Estambul. Con estos datos y algunos más por los que sientas curiosidad, como la gastronomía, el clima, bailes, etc., llegarás más preparado para disfrutar a plenitud de esta experiencia. Prepara tu mochila y vívela!