Monte Plata, República Dominicana.– Los monteplateños celebraron con mucho entusiasmo y devoción durante 11 días sus fiestas tradicionales de Nuestra Señora de la Altagracia.
Vicente Hernández, director de la Casa de la Cultura del Municipio, explicó a Con Sentido Social el origen de la conmemoración de estas festividades, que llevan ya más de 150 años realizándose.
Comenzaron cuando Juan Mejía, padre de Morito Contreras, que era de Antón Sánchez, le ofreció una promesa de celebración a la Altagracia, si su hijo regresaba sano a su casa.
Corría el año 1868, en la entrada del ordeño, donde está el mercado ahora, y fueron tantas las promesas cumplidas a una gran multitud, que a través de los años las celebraciones se convirtieron en otras patronales, iguales a las del patrón original de esa comunidad, San Antonio de Padua.
Este año las actividades religiosas comenzaron el día doce de enero, en la Iglesia San Antonio de Padua con una misa a las cinco de la tarde, oficiada por el reverendo padre Cesáreo Núñez, de la parroquia San Luis Rey de Francia.
El segundo día fue “Noche Blanca de Adoración” y así, cada día se hacía la misa a las 6:30 de la tarde con un cura invitado de diferentes comunidades.
Además de las tradicionales eucaristías, el domingo 19 se celebró una misa a las 10 de la mañana y luego en la tarde tuvo lugar la entrada y bendición de los toros.
César Peralta, párroco de la iglesia San Antonio de Padua, dijo a Con Sentido Social que la tradición de la entrada de los toros es un gesto de donación, una forma de agradecimiento a la virgen. “Esos toros se subastan y lo obtenido se toma como ofrenda para la parroquia», explicó.
Paralelo a las actividades religiosas cada día también había una tarima de música popular, una feria mecánica y La Enramada, con música y baile de atabales.
En la tarima central los jóvenes presenciaron con agrado música de artistas y orquestas, como Sin Fronteras, Vaqueró y Musicólogo. Al respecto, Juana Hernández opinó que en ese escenario faltaron representaciones culturales y folklóricas.
Cada noche fue dispuesto un espacio especial dedicado a los Palos, en un lugar denominado “La Enramada”, donde al ritmo de atabales, guira, alcahuete o balsié. Los presentes bailaban muy animados: palo suelto, guaracha, calunga y jera pegá.
Los juegos mecánicos, punto de encuentro de grandes y chicos, permitían el disfrute subiéndose en el zíper, la estrella, el barco y las sillitas voladoras.
El lunes 20 de enero se realizó «La entrada de los ramos», la cual fue acompañada a ritmo de atabales y canto durante todo el trayecto.
Para el día 21, Día de la Virgen de la Altagracia, se celebraron tres misas. Una a las 10:00 a. m., otra a las 2:00 p. m. y otra a las 3 de la tarde. Luego tuvo lugar la procesión, donde pasearon a la virgen entre cantos de alabanzas por el centro del pueblo.
Marina Torres, catequista de la iglesia desde hace más de 40 años, manifestó que estas celebraciones fueron más concurridas que nunca y además agradeció a la virgen que este año no hubo accidentes de caballos ni riñas en las fiestas populares. Todo estuvo bien armonizado y organizado, aseguró.
Y esa gran celebración culminó con la «Fiesta de los niños» que se celebra el 22 de enero, en el parque del ayuntamiento, donde los más pequeños se dieron cita y disfrutaron con de golosinas, juguetes y una presentación de payasitas.
Tras el espectáculo infantil, niños, jóvenes y adultos observaron y participaron de entretenidos juegos tradicionales, tales como competencias de saco, soga, huevos, la sortija y el esperado palo encebado.