Santo Domingo, República Dominicana.- Otra forma de orar según Gregg Braden es el método que el Abate describió en el monasterio del Tíbet: un modo de oración basado en el sentimiento.
Decía el Abate que debían “sentir el sentimiento” como si la oración ya hubiera sido respondida, pues en ese sentimiento le hablas a la fuerza de la creación, y ella responde al mundo a través de ese «campo holográfico», la mente de Dios, responde en relación al sentimiento en los corazones.
ENTONCES ESE MODO DE ORACIÓN, A DIFERENCIA DE UN RUEGO, DONDE SOLO CLAMAN: “DIOS POR FAVOR TRAE LA PAZ A ESTE MUNDO…”, ESTE MÉTODO PROPONE QUE SIENTAS EL RESULTADO DE LA ORACIÓN, COMO SI FUERAS PARTÍCIPE DE ESA PAZ, TAL COMO LO SUGERÍA JOHN WHEELER.
Que si te sientes parte de lo que ves, al sentir paz en el mundo o en tus seres queridos, estás dándole poder al sentimiento para que te responda como un espejo, materializando esos cambios en tu vida y en el mundo.
Tuvo la oportunidad de ver este modo de oración basado en el sentir, en una situación real y desea compartir esa historia, porque tal vez sea la mejor forma de describir ese concepto de la oración basada en el sentimiento.
Durante los años 90, en el desierto al sudoeste de Estados Unidos, se encontraban en medio de una terrible sequía y un nativo americano amigo de él, lo invitó para que lo acompañara a un lugar, en el desierto cerca de Nuevo México, para compartir una plegaria por la lluvia.
Así que se encontraron en las montañas del desierto en una zona de más de 40,000 hectáreas con bellísimas cumbres y de allí fueron a un lugar tan antiguo que incluso los nativos de hoy no saben quién lo construyó.
Era esencialmente un círculo de piedras, donde cada piedra parecía estar allí desde sus orígenes. Fue en ese lugar donde su amigo comenzó su plegaría. Y lo que hizo fue quitarse los zapatos, entrar en el círculo y comenzó a llamar a todos sus ancestros, hacia las cuatro direcciones. Luego le dio la espalda, con sus manos en pose de oración, solo unos segundos.
Y luego se dio vuelta y le dijo: “Tengo hambre vamos a comer algo”. Y le contestó “Creí que íbamos a compartir esta plegaría”, que íbamos a rezar para que llueva”.
Y él lo miró y le dijo: “No, porque si rezamos para que llueva, no va a llover…”
“Porque en el momento en que rezas para que algo ocurra, estás diciéndole al universo que algo no existe». Y se quedó pensando, que tuvo mucho sentido.
Si uno dice: “Dios, que haya paz”, lo que estás diciendo es que en ese momento la paz no está allí y estás proyectando justo lo contrario a la plegaria que pides. Y lo mismo sucede con los pedidos de sanación.
Así que le preguntó a su amigo: “Si no pediste por lluvia, ¿qué fue lo que hiciste?, ¿Qué ocurrió cuando cerraste los ojos?”.
Y le respondió: “Cuando cierro los ojos comienzo a evocar ese sentimiento de cómo se siente caer la lluvia en nuestro pueblo… y recuerdo cómo huele el aire a tierra mojada y siento cómo mis pies se mojan y se hunden en el lodo, y hay mucho lodo, porque está lloviendo muchísimo. Al final di gracias por la lluvia. Eso abre la puerta para que se manifieste en realidad».
Luego de esa tarde algo increíble ocurrió. Estaba mirando el mapa meteorológico, que había estado sin nubes por mucho tiempo, y de repente cambió y se veía que los sistemas de alta presión se movían y apareció una depresión en Colorado y Nuevo México.
Y tuvieron lluvia esa noche, y siguió por varios días, así que llamó a su amigo y le dijo que había llovido demasiado y los ríos se desbordaron, -¿qué ocurrió?- y le contestó que la plegaria funcionó, pero que no podía explicar cómo fue.
De modo que no tiene forma de validar científicamente que su amigo y su plegaria tuvieran que ver con la lluvia, pero la correlación es tan alta y ven esta correlación tantas veces, que saben que hay un gran efecto.